Unit Progress
0% Complete

La Ilustración, también conocida como el Siglo de las Luces, fue un movimiento cultural e intelectual que se desarrolló en Europa durante el siglo XVIII. Este período se caracterizó por una fe inquebrantable en la razón, la ciencia y el progreso, y tuvo como objetivo principal iluminar las mentes humanas y liberarlas de la ignorancia, la superstición y la tiranía.

Contexto General de la Ilustración

La Ilustración se originó en Francia y se extendió rÔpidamente por toda Europa, influyendo en diversas Ôreas del conocimiento y la sociedad, incluyendo la filosofía, la política, la ciencia, la educación y las artes. Los pensadores ilustrados, conocidos como filósofos, promovieron ideales de libertad, igualdad y fraternidad, y abogaron por la reforma social y política basada en principios racionales y humanistas.

Principios Fundamentales de la Ilustración:

  1. Racionalismo: Creencia en la razón como la principal fuente de conocimiento y verdad.
  2. Progreso: Confianza en el avance continuo de la humanidad a travƩs del conocimiento y la ciencia.
  3. Libertad: Defensa de las libertades individuales y la autonomĆ­a frente a la autoridad opresiva.
  4. Igualdad: Promoción de la igualdad de derechos y oportunidades para todos los seres humanos.
  5. Secularismo: Separación entre la iglesia y el estado, y rechazo de la superstición y el dogma religioso.

La Ilustración en España

En España, la Ilustración tuvo un impacto significativo a pesar de las resistencias y las particularidades del contexto socio-político del país. Este movimiento influyó en diversas reformas en el Ômbito de la educación, la economía y la política, y promovió un espíritu crítico y de renovación intelectual.

Alcances de la Ilustración en España:

  1. Reformas Educativas:
    • Creación de Instituciones: Se fundaron nuevas instituciones educativas, como la Real Academia EspaƱola (1713) y la Real Academia de la Historia (1738), con el objetivo de fomentar el conocimiento y preservar la cultura.
    • Enfoque CientĆ­fico: Se impulsó la enseƱanza de las ciencias y se promovió la investigación cientĆ­fica. Figuras como Jorge Juan y Antonio de Ulloa realizaron importantes expediciones cientĆ­ficas.
  2. Reformas Políticas y Económicas:
    • Despotismo Ilustrado: Bajo el reinado de Carlos III, se llevaron a cabo importantes reformas inspiradas en los principios ilustrados, buscando modernizar el paĆ­s y mejorar la administración pĆŗblica.
    • Modernización Económica: Se fomentó la agricultura, la industria y el comercio. La Sociedad Económica de Amigos del PaĆ­s, por ejemplo, jugó un papel crucial en la promoción del desarrollo económico.
  3. Literatura y FilosofĆ­a:
    • Proliferación de Obras: Escritores y filósofos como Gaspar Melchor de Jovellanos, Benito Jerónimo Feijoo y JosĆ© Cadalso contribuyeron significativamente a la literatura y el pensamiento crĆ­tico, promoviendo los ideales ilustrados a travĆ©s de sus obras.
    • Fomento de la CrĆ­tica Social: Las obras literarias y filosóficas de la Ć©poca cuestionaban las estructuras sociales y polĆ­ticas, y proponĆ­an reformas basadas en la razón y la justicia.
  4. Cultura y Arte:
    • Neoclasicismo: El arte y la arquitectura se inspiraron en los ideales clĆ”sicos de armonĆ­a, proporción y racionalidad, reflejando los principios de la Ilustración.
    • Divulgación del Conocimiento: La prensa y las publicaciones periódicas jugaron un papel importante en la difusión de las ideas ilustradas. Revistas como “El Pensador” y “El Censor” promovieron el debate y la crĆ­tica racional.

Actividad

Lee este texto, que es una carta del Fray Benito Jerónimo Feijoo. Es parte de las Cartas eruditas del autor. Es, de hecho, la respuesta a una carta en la que un hombre se queja de que su sobrino, que pese a que lo ha mandado a la universidad (para estudiar FilosofĆ­a), sigue hablando como un tonto. 

Los parƩntesis en cursivas son mƭos, para que entiendan mejor el texto.

Luego de leer el texto realiza las actividades propuestas.

El estudio no da entendimiento

«Muy señor mío: Veo lo que V. md. (Vuestra merced o usted) me dice, con bastante desconsuelo, de que empieza a perder las esperanzas que le habían dado, de que el sobrino puesto en el estudio de la Filosofía, con el ejercicio de la disputa (conversación) y con el comercio (trato o conversación) de la gente racional que hay en la ciudad adonde se le ha transferido, se le mejorase el discurso que hasta ahora se manifestaba algo torpe, lo que se atribuía a falta de cultivo, siendo poco o ninguno el que podía obtener, ni con el estudio de la GramÔtica, ni con el trato de la gente que hay en su pueblo que apenas es algo mÔs que aldea. Pero concluida ya la Lógica y entrado en la Metafísica, habíéndole traído V. md. a su casa, para gozar de alguna diversión en las próximas fiestas de Navidad, nada halla en su entendimiento mÔs de lo que antes era, pues ni ve que en los asuntos que se ofrecen a la conversación discierna mejor los objetos, ni forme mÔs acertados dictÔmenes, ni perciba con mÔs claridad lo que oye, o pruebe mejor lo que piensa, o responda mejor a lo que se le opone.

Insinúa V. md. que ha extrañado esto como cosa no pensada. Pero yo estoy muy lejos de extrañarla, aunque he oído mil veces esa cantilena, de que el estudio, acompañado del ejercicio de disputas (conversar y argumentar) sobre las cuestiones lógicas y metafísicas que se agitan en los cursos de Artes, afilan, sutilizan o adelgazan los entendimientos (la inteligencia), de modo que parece adquieren un nuevo ser. No, señor mío. El estudio, los libros, los maestros, no hacen ingenioso al que no lo era. Entendimiento sólo Dios le da. Como es el único agente que cría las almas, es el único que les reparte en determinado grado la actividad de las potencias. Lo que dijo Cristo, que nadie, por mÔs que cavile sobre ello, puede añadir un codo mÔs a su estatura corpórea, se verifica también de la estatura intelectual. Yo toda mi vida he conversado con gente destinada a las letras. A muchos que alcancé principiantes, traté también largamente cuando ya tenían muchos años de estudios. Y nada mÔs penetración o agudeza percibí en ellos en el segundo estado que en el primero.

Así, señor mío, que, por sí solas, las noticias (conocimientos) que se adquieren con el estudio, hacen en el entendimiento lo que los tapices o pinturas, que decoran el aspecto sin mejorar el edificio, o lo que los anillos con que se engalana una dama, que dan lucimiento a la mano, sin blanquear mÔs la tez o articular mejor su organización.

Mas dirĆ© a V. md. conocĆ­ y tratĆ© por espacio de tres aƱos a un profesor de teologĆ­a escolĆ”stica y moral, muy aplicado al estudio, pero con tan ninguna utilidad suya, que aĆŗn le daƱaba su mucha aplicación, porque cuanto mĆ”s estudiaba, menos sabĆ­a. Es hecho ciertĆ­simo, aunque a V. md. parezca increĆ­ble, y aunque solo lo observĆ© en un sujeto, no dudo suceda lo mismo a otros en quienes se junte el mucho estudio con una limitada comprensión, sin que sea muy oculto el principio de donde esto pende. V. md. habrĆ” notado, o por lo menos oĆ­do, que digieren o actĆŗan mal el alimento aquellos sujetos que comen mĆ”s cantidad que la que es proporcionada a la actividad de su estómago. Lo mismo, pues, que a los estómagos dĆ©biles con el exceso de los manjares, sucede a las dĆ©biles o cortas capacidades con la multitud de especies intelectuales que son el alimento de las almas. Pueden digerir algunas pocas, pero siendo muchas, de su imperfecta cocción resulta una masa confusa, rudis indigestaque moles*, en que no aparece idea bien distinta de objeto alguno. 

(*Expresión de Ovidio en Metamorfosis. Se dice de ciertos libros pesados o indigestos, y de cualquier obra de arte que sea informe y confusa.)

De lo que llevo dicho que el estudio no añade algunos grados de perspicacia al entendimiento, o algún incremento de actividad, fuera de aquella determinada medida que en su producción le dio el autor de la Naturaleza, no se infiere que los entendimientos o almas de los hombres sean en su intrínseca o entitativa perfección individual, desiguales. Algunos filósofos lo sintieron así, pero sin fundamento bastante, siendo ciertamente insuficiente el que pensaron hallar en la mucha desigualdad con que explican su facultad intelectiva distintos hombres. Es, sin duda, que en la vista intelectual se representan tan diversos tales hombres de tales, como en la corpórea las Ôguilas de los topos. Mas para esto no es menester suponer desigualdad intrínseca en las almas, sí solo diversidad en la organización o temperie de los cuerpos.

[…]

Pero volviendo al asunto del sobrino de V. md. del cual fue resbalando insensiblemente la pluma hacia puntos de una erudición filosófica que podría excusarse en esta carta; aunque pienso que V. md. no la despreciarÔ, como quien por lo mucho que me favorece, da alguna estimación a las mÔs inútiles producciones de mi pluma, digo que no sé por qué se muestra tan condolido de que ese muchacho no descubra algunos grados de agudeza, cuando supongo que nunca puso la mira a lograr en él un sujeto distinguido en la república literaria, sí solo a que él logre alguna razonable conveniencia por el camino del estado eclesiÔstico, y para eso no ha menester mucha ciencia. Sin ella podrÔ ser cura, podrÔ ser prebendado, podrÔ ser obispo. Mas digo, sin ella podrÔ ser un buen cura, un muy estimable eclesiÔstico y un excelente obispo. Todo esto podrÔ ser un medianito canonista o teólogo moral, adornado de buenas costumbres, intención recta, prudente conducta.

Mas si V. md. por su buen gusto, y por el amor que tiene a su sobrino, no sólo le desea una buena conveniencia, mĆ”s tambiĆ©n el aplauso de sabio, la realidad de este mĆ©rito pide un entendimiento sobresaliente, un ingenio penetrante, y ya llevo dicho arriba que Ć©ste sólo Dios le da, no el estudio, la aplicación, los libros o los maestros. Dije la realidad del mĆ©rito de sabio, que la opinión de tal, sin mucho entendimiento se puede conseguir, porque hay en esta materia un quid pro quo*, (*Expresión latina que significa ā€˜una cosa por otra’) cuya receta sĆ© yo y se la comunicarĆ© a V. md. Compónese dicha receta de los ingredientes que se siguen. Lo primero, una feliz memoria en que se puedan almacenar muchas noticias literarias. Lo segundo, una constante aplicación a recoger multitud de Ć©stas. Lo tercero, una abundante verbosidad. Y, finalmente, una buena dosis de audacia o satisfacción de sĆ­ mismo, de modo que suceda lo que sucediere, no se corte ni acobarde jamĆ”s, que sea en actos pĆŗblicos, ni en conversaciones privadas. Yo he observado la eficacia de esta receta en algunos sujetos, que con el uso de ella pasaron entre la multitud por hombres muy ingeniosos y doctos, sin tener mĆ”s que una inteligencia superficialĆ­sima de lo mismo que con mucho afĆ”n habĆ­an mandado a la memoria. Si el sobrino de V. md. pudiese acomodarse a practicar la misma, lograrĆ” V. md. en Ć©l cuanto desea. Nuestro SeƱor le conserve y conserve tambiĆ©n a V. md. muchos aƱos, etcĆ©tera.

Fray Benito Jerónimo Feijoo

ACTIVIDADES:

  1. ¿CuÔl es la opinión del autor o idea central en TODO este texto?
  2. ¿EstÔs de acuerdo con esta opinión? ¿Sí, no, por qué?
  3. ¿Por qué el autor afirma que el profesor de teología mientras mÔs estudiaba menos sabía? Explica tu respuesta.
  4. Encuentra dos (2) caracterĆ­sticas del Neoclasicismo presentes en el texto.
  5. ¿Qué consejo le da el autor al señor con el sobrino sin mucha inteligencia?

Pregunta extra:

  1. Resume en 4 viƱetas o bullet points la receta del autor para obtener un ā€œingenio penetranteā€.